Philae_on_the_comet_Front_view

Philae sobre el cometa (Representación artística). Fuente: ESA

Acontecimientos históricos. Quizá por la forma en que progresan ciencia y tecnología estamos, en este principio de siglo XXI, viviendo una acumulación de acontecimientos históricos. Y es difícil, pero creo que sería injusto no darles toda la importancia que tienen solo por el hecho de que se dan varios en poco tiempo. En cada temporada futbolística se dan varios Barça-Madrid, y cada uno de ellos es el partido del siglo; en cada uno de ellos corren ríos de tinta, horas y horas de análisis, retransmisiones internacionales, lágrimas de alegría o de tristeza.

Desde que el hombre pisó la Luna, allá por julio de 1969, se han ido sucediendo éxitos y fracasos en la exploración del universo por parte del hombre. Pero en los últimos meses se han acumulado varios éxitos que merecen nuestra atención y que corren el riesgo de, por prácticamente solaparse en el tiempo, pasar desapercibidos.

El 6 de agosto de 2012 aterrizaba en Marte la misión Mars Science Laboratory, más conocida como Curiosity. Desde entonces no ha parado de mandar imágenes y datos sobre los materiales y las condiciones atmosféricas de Marte, como antes hicieran los Rover Spirit y Opportunity, que aterrizaron en enero de 2004 y que, pese a tener prevista una vida útil de 90 días marcianos (40 minutos más largos que los terrestres, lo justo para sacar una buena siesta) prorrogaron su actividad varias decenas de veces, llegando Spirit hasta los 2270 días de trabajo y Opportunity sobrepasando los 3000, que siguen aumentando porque permanece activo hoy en día. Y podríamos remontarnos a 1975 con las sondas Vicking, que aunque sin ruedas también se posaron en Marte, o a la novena misión Mariner, que ya orbitó el planeta rojo en 1971.

Pero a la vez que buscamos indicios de que Marte pudiera haber albergado vida, o evaluamos la posibilidad de que la pueda albergar en el futuro, seguimos buscando respuestas sobre la formación del sistema solar. Y a esto se dedica una de las misiones más mediáticas de los últimos meses. Rosetta, que inició su viaje para encontrarse con el cometa 67P/Churyumov-Gerasimenko en 2004, despertó hace poco de una hibernación de tres años para llegar puntual a su cita, a 404523422 km de la Tierra, en algún punto entre las órbitas de Marte y Júpiter y posar a Philae por primera vez en la historia sobre la superficie de uno de estos cuerpos celestes. Y ahí está, un módulo del tamaño, forma y peso de una lavadora, dotado con instrumentos que ya quisieran muchos edificios de investigación de algunas instituciones, posado en un cometa de aproximadamente 3 x 5 km después de rebotar un par de veces en su superfície. Ahora mismo Philae descansa a la espera de recargar sus baterías con la luz solar. Las probabilidades de que esto ocurra son altas puesto que  67P se está acercando al perihelio de su órbita, el punto más cercano al Sol. Esto, que en principio es una buena noticia, tiene también su parte arriesgada; conforme se acerque al Sol la superficie del cometa será más inestable, con proyecciones de vapor y polvo más frecuentes por el aumento de la temperatura. Y ahí estarán Philae y Rosetta para contárnoslo todo.

Aunque sé que me dejo muchas otras misiones espaciales no sería justo olvidar en este post a Hayabusa, una misión de la agencia espacial japonesa (JAXA) con un nombre que a los que somos moteros nos estremece. Esta misión tenía un planteamiento diferente. En lugar de llevar los complejos, caros y pesados equipos de análisis a los cuerpos celestes, el “halcón peregrino”, que es lo que significa Hayabusa, llegó en 2005 a un asteroide (diferente en órbita y composición a un cometa) llamado Itokawa, para recoger muestra de su superficie y traerla a la Tierra de vuelta, como una auténtica rapaz de cetrería. En 2010 se recogió una cápsula en Australia que contenía el material para ser analizado. Pues bien, este domingo 30 de noviembre la JAXA tiene previsto lanzar a su sucesora, la exploradora de asteroides Hayabusa-2 con una misión parecida pero en otro asteroide, donde se posará en 2018.

Y estas son solo parte de las  impresionantes, ambiciosas y emocionantes misiones espaciales que  están en activo.  Todas dispuestas a seguir escribiendo la historia, cada vez más rápido, cada vez empujando los límites del conocimiento un poco más allá. Y lo mejor de todo es que gracias al esfuerzo divulgador de las correspondientes agencias podemos seguir en directo todos estos acontecimientos históricos, siendo testigos de conversaciones entre Rosetta y Philae en twitter (@ESA_Rosetta, @Philae2014) y mandándole preguntas a Curiosity (@MarsCuriosity). ¿No os pica la curiosidad?… Al fin y al cabo todo lo que somos es eso, polvo de estrellas.