Eco

Recuerdo cuando éramos pequeños y el eco no tenía ninguna connotación ecológica. Porque quizá os hayáis olvidado pero el eco era esa cosa un poco rara que le contestaba al personaje del cuento o de los dibus cuando se acercaba a un precipicio buscando algo o a alguien. Reconozco con algo de rubor que durante mucho tiempo creí que el eco era una trola, como los unicornios o las familias con los padres felizmente casados.

Ahora el eco suena antiguo y lo “ecoalgo” moderno. Todo es susceptible de volverse eco, los envases, un champú, los vehículos, las casas, un pijama, el consumo en general y así, por supuesto, las tiendas. Ahora, que estoy en plena baja por maternidad, tengo un horario poco habitual en mi rutina normal, y navego por ese universo paralelo que es el mundo entre las 9 de la mañana y las 5 de la tarde. Si, existe!, y me consta que lo habita gente más o menos inteligente. Así que el otro día mi bus paró un segundo delante de un supermercado de los que proliferan en nuestras ciudades ahora, con enormes carteles colgantes donde aparecen las palabras “ecológico” y “sano”, entre otras variedades (os prometo que en Valencia hay uno que se llama SuperSano, que digo yo que habría que darle una medalla al que parió el nombrecito). Total que miré distraída el escaparate hasta que algo llamó mi atención. El sol de las 9 de la mañana daba directo en el cristal, y aunque el toldo estaba echado, ¿qué había colocado allí?, todas las cajas de leche ecológica de oferta. Me pregunté rápidamente dos cosas. Quién era el lumbrera que había tenido la brillante idea de semejante colocación, y cómo estaría la leche al llevarla a casa tras varias sesiones de rayos al día. ¿Ecológica? Si. ¿En mal estado? Quizá también…

Pero dejadme dar un rodeo para seguir con el tema. Mi hermana se diplomó en logopedia hace más de un año. Como muchos de su promoción está preparada, sigue con su formación, saca dinero de debajo de las piedras para pagarse un máster, tiene los conocimientos y las ganas, pero muy pocas oportunidades. Y mientras alguna cuaja tiene que plantearse cosas tediosas pero necesarias como pagar el alquiler, por lo que buscando alternativas se planteó entregar su currículum en estos supermercados y tiendas ecológicas que no dejan de abrir. Pensó, ingenua ella, que al ser celíaca desde los 9 años y haberse criado entre las estanterías de herboristerías y supermercados especializados, que al acumular conocimientos en etiquetaje, empaquetado e ingredientes, que al haber estudiado un módulo de dietética y nutrición, todo ello se tendría en cuenta en un proceso de selección. Pero el proceso de selección fue tal que así: – ¿En cuántos comercios has trabajado? – En ninguno – Ya te llamaremos. – Pero… – Ya te llamaremos. Así que no, que en una tienda donde se supone que los productos son específicos, la clientela exigente, y la alimentación se gestiona como algo importante que debe diferenciarse de la comercialización alimentaria habitual, la formación no parece importar nada, pero sí las horas clave e imprescindibles dedicadas a ser reponedor en un supermercado de playa durante los veranos adolescentes. Desconozco, y por ello no quiero generalizar, si este personal es formado después en algunos casos, pero mi experiencia personal no apunta por ahí.

Algunos ejemplos. Estaba yo con un catarro de esos tontos de garganta y me topé con un jarabe medicinal elaborado a base de extractos de plantas, que si un poco de expectorante por aquí, que si algo de eucalipto por allá. Le pregunté a una dependienta su opinión sobre el producto en cuestión, ¿funcionará para el resfriado que llevo?, creo que fueron las palabras que solté mientras fruncía la nariz. Su respuesta fue para enmarcar: si crees en las plantas, si. Ahí es nada. “La creencia de los principios activos de la botánica, nueva religión”. Si veis alguna conferencia con este título llamadme, por favor.

En otra ocasión mi hermana estuvo discutiendo pacíficamente con un empleado mientras buscaba soja sin gluten, y él se empeñaba en que la soja no lleva gluten. Ella intentó sin éxito explicarle que evidentemente la soja no tenía gluten, que lo que buscaba era salsa de soja y que prácticamente todas las marcas incorporaban trigo en sus fórmulas. Nada, ni haciendo el pino puente. Tras coger una lupa y recorrerse mil etiquetas al fin ha dado con una salsa que tenemos en casa para cuando viene y podemos comer todos.

Os contaría alguna anécdota más pero no me quiero extender. Solo apuntar que también me he encontrado en casi todas estas tiendas bolsas de plástico para la fruta y la verdura, bolsas por otro lado innecesarias si hubiera un sistema diferente para pesar. Quitamos envases por un lado y añadimos por otro. Es un sinsentido.

Por eso creo que se debería prestar especial atención a ese eslabón importantísimo de la cadena que está entre el tomate ecológico de estantería y cuando está ya en nuestra ensalada. Aquellos quienes tienen que asesorarnos, atendernos, estar informados y al día, comulgar con ciertos principios que forman parte de la filosofía de esos establecimientos, y sobretodo no poner leche al sol para ver cómo un día ese brick se levanta solo y se marcha andando por la puerta. Ah!, y no me refiero a cursos rápidos y superficiales de formación impartidos en su tiempo libre, que esa también me la se.

Mientras tanto, ¿estamos seguros de que en estos espacios a veces no prima más la etiqueta de “eco” que los procesos en si? ¿Estamos siendo ingenuos en confiar plenamente en que por comprar ciertos productos en las tiendas ecológicas ya somos más respetuosos con el planeta? ¿No se ha convertido todo en puro marketing? ¿Me estoy pasando de descreída? ¿Existen tiendas verdes de verdad sin apenas envases, sin ninguna bolsa de plástico, y con personal experto? ¿O estas tiendas se pasarían de la raya y entonces su público sería tan reducido que se verían obligadas a cerrar? ¿Demasiados “eco” en las cosas no acaban por quitarle valor al término en si?

Me voy a la compra, que he de aprovechar mi baja. Otro día os hablo del mundo “sostenible” que envuelve a los bebés, que tiene tela, y no ecológica precisamente.