Corral en ruinas (Javalambre)

Corral en ruinas (Javalambre)

El otro día me dispuse a hacer una visita a un yacimiento arqueológico de época ibera que todavía no había tenido ocasión de visitar. Esa clase de cosas que los arqueólogos solemos hacer en nuestro tiempo libre: ¿Vacaciones? ¡Pues a patear el monumento “x” o a ver tal yacimiento! Quizá porque me salió un día filosófico o, quizá, porque las bajas temperaturas ayudaban a que la imaginación volase a un mundo paralelo, el caso es que mi mente ese día no se interesó por las descripciones relativas a las cerámicas encontradas, las herramientas agrícolas conservadas, los objetos en metal o los hogares realizados en los suelos de las cabañas.

Ese día mi atención se centró en la modesta muralla que daba acceso al poblado. No llamaba especialmente la atención, no tenía aspecto monumental ni mucho menos presentaba un estado de conservación excepcional. Lo que llamó mi atención fue la descripción que utilizó la arqueóloga para referirse a ella: “Los habitantes del poblado construyeron esta muralla en el siglo IV a.C. Durante los siglos que siguieron al abandono del poblado, ésta pasó al olvido entre maleza y arbustos, hasta que en el siglo XIX se reutilizaron parte de las piedras que la conformaban para confeccionar bancales y delimitaciones para el ganado”.

Funcionalidad, olvido y reutilización. Tres procesos de gran recurrencia a lo largo de la Historia. Este pensamiento ha hecho que últimamente me haya dado por buscar la “memoria colectiva” cuando me encuentro en un yacimiento arqueológico, bien sea de visita o trabajando en él. Por ejemplo, si damos un paseo por l’Almoina de Valencia y nos situamos frente a las termas romanas, ¿cuántas conversaciones cotidianas podemos imaginar que encierran esos muros? Probablemente han sido fieles oyentes de preocupaciones, susurros, críticas o esperanzas de otro tiempo que, al fin y al cabo, no se diferencian mucho de las actuales. ¿Y pasear por los restos de parte del foro excavado?, ¿cuántas personas habrán quedado “en el foro cuando caiga el sol” como punto de encuentro? Y, sin embargo, tras el abandono llegó su reutilización musulmana, posteriormente cristiana, hasta llegar a su fase industrial donde aquel viejo foro vería ahora pasar por allí obreros y patrones de camino a las fábricas. Pero volviendo a la muralla de aquel poblado ibero, ¿qué significado tendría para un habitante de aquel lugar?, ¿quizá una forma de sentirse seguro dentro, un elemento de ostentación para el comerciante extranjero que llegaba hasta allí o un lazo de identificación colectiva como forma de diferenciar el mundo exterior del de puertas para adentro? Siglos más tarde, sin embargo, el pastor de principios del siglo pasado que no dudó en construir un corral que sirviera para salvaguardar el ganado, ¿no es, acaso, portador de otra memoria basada en la reutilización de otra anterior?

Supongo que reflexiones imaginativas similares se repiten en otras ramas científicas, pero lo cierto es que a menudo, trabajando con los restos materiales que un grupo humano abandonó en un lugar, me asalta la siguiente reflexión: ¿Qué significado tendría para una sociedad humana del pasado encontrarse con restos de una época anterior? Ese significado, atrapado en un objeto, en una hoguera o entre los muros de una vivienda, ha ido mutando a lo largo del tiempo: para los arqueólogos todo elemento, por insignificante que parezca, nos ayuda a aproximarnos en mayor o menor porcentaje al pasado. Y eso que lo que analizamos, la mayor parte de las veces y exceptuando los grandes descubrimientos y los monumentos imponentes, es la basura dejada por una sociedad humana! (Como escuché un día decir a una profesora de la carrera: “A la basura, cuando pasan siglos y milenios de Historia, se le llama patrimonio”).

Es por ello que últimamente me gusta visualizar mi profesión como un método que acerca a la Historia silenciada, rescatando la memoria de tantos abandonos y reciclajes, intentando registrar parte del “ruido” que llenó ese lugar tiempo atrás. A saber cuántos “ruidos” hay bajo el suelo que ahora mismo estás pisando, deseando ser descodificados…