Intersecciones

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Como mal mago me dispongo a retirar la cortinilla y mostrar el truco!, spoiler, no apto para “creedores”. Cuidado que me voy a referir al “acto” médico, no a la acción sanitaria.

Os lo voy a decir, como tantas veces os lo dijeron ya en esta vida: todo es mentira, esto de la medicina también. Los médicos somos grandes simuladores, artistas de pobre vestuario sin opción a cambio, bata blanca con algún accesorio para impresionar. Es por eso que suele haber buenas escuelas de teatro en nuestras facultades.

El acto médico es aquel en que una de las partes actúa como “dolente”, esperando primero y luego explicando pacientemente cuál o cuales son los daños que le empujan a salir de casa, dejar a un lado su falsa dignidad (que gasta de 8 a 8, las 24 horas del día los 365 días del año) y entregarse a un@ desconocid@ en cuerpo y alma, literalmente.

Por otro lado está el de la bata, que, no se equivoquen, la utiliza tanto como armadura, tanto como amuleto, al igual con los guantes, todo un sistema para mantener al paciente alejado de sí, en cuerpo y alma, impidiendo que le impregne en su totalidad. Para mantener la objetividad dirán algunos, una mínima y saludable distancia reconocerán otros, necesario espacio para garantizar la supervivencia del profesional pero también de la profesión, deberían reconocer todos.

Por tanto, en esta pequeña pieza bien orquestada tenemos dos únicos personajes, a la vez protagonistas, uno en entrega (y por tanto demanda) absoluta y otro encontrando el camino del contacto efectivo mediante el mínimo roce imprescindible. El drama está servido. Pacientes demandantes, médicos arrogantes, pacientes pesados, médicos descuidados, pacientes impacientes, médicos apoltronados…

La realidad es que son dos simples personas las que se enfrentan en esta tragedia de dimensiones míticas, uno sintiendo y el otro aportando el conocimiento necesario para intentar caracterizar esas sensaciones. Es en esto en lo que realmente consiste la medicina (aparte de muchas otras cosas). Como veis intentando apropiarnos de otra rama del arte.

Que ocurriría si el médico se dejase la bata fuera? Si el paciente no perdiese la paciencia porque fuese atendido al instante? Si el fonendo no fuese necesario porque una buena tomografía computerizada (TC) de tórax hiciese su función? Si el paciente no contase su historia sino que pidiese directamente sus pruebas, online, porqué no!?. Pasaría lo que está pasando en algunos sitios, excelente atención sanitaria y pésima medicina. Ya se escribe de esto en el New England Journal of Medicine de julio (Radiologists as Gatekeepers), aprendamos de los errores de otros antes de cometerlos nosotros también.

Jc