El otro día un amigo me comentó que había conocido a una nutricionista genética. En seguida me emocioné y pensé que utilizaba las nuevas tecnologías de secuenciación masiva para realizar un perfil genético de sus pacientes y así, detectar intolerancias o algún tipo de defecto fisiológico para adecuar la dieta a cada persona. Pero no, resulta que utilizaba el conocimiento genético, en general, para decir lo que pueden comer sus clientes o no. Y, como no podía ser de otra forma, me puso el típico ejemplo de que la leche de vaca es mala porque solo el hombre bebe leche de otra especie. No es la primera vez que escuchaba este argumento tan ridículo y no es el peor de todos, como podéis ver en este enlace de una página de un colectivo de veganos. Si sois capaces de acabaros de leer las treinta razones que dan para no tomar leche de vaca, podréis observar que no hay ni una cita a un estudio científico, aunque sí que hablen de estudios en general.

Con el paso del tiempo y, gracias a que últimamente me estoy aficionando a libros, blogs y programas que luchan contra todo este tipo de timos, estoy llegando a ser realmente intolerante contra este tipo de manifestaciones gratuitas. Si quieres que me crea algo, demuestramelo. Si me estás diciendo que las personas somos los únicos animales que tomamos leche de otra especie y por eso no debemos tomarla más, demuestrame que los perros, los leones, las hienas, los gatos, los ratones, las ratas o cualquier otro animal no tomaría leche si pudiera domesticar a otro mamífero. ¿De verdad? ¡Venga hombre! Y no es que este post lo pague una empresa láctea ni que yo tenga acciones en una. De hecho, ni siquiera me gusta demasiado la leche. Pero no puedes engañar a la gente de esta manera.

Lo peor de estas informaciones no es que existan, sino que la gente se las cree. Y he utilizado correctamente el verbo «creer». La gente hace un auténtico acto de fe y es capaz de interiorizar estas afirmaciones e incluso compartirlas con más gente. No le demuestran lo que están diciendo, pero es mayor la desconfianza respecto a las industrias y la regulación estatal que hacia gente que escribe siguiendo intereses diferentes. Porque no hemos de olvidar que esta gente también se mueven por sus intereses. En el caso de la nutricionista genética, utiliza dichas afirmaciones para cobrar y hacer dietas «genéticamente óptimas». Y yo creo que como personas que trabajamos en ciencia, no podemos callarnos y debemos discutir cada afirmación de este tipo siempre que estemos presentes y sea posible, aunque quedemos de poco modernos y anacrónicos. Se lo debemos al método científico y a tantos animales utilizados en tantas investigaciones. Y tú, ¿sueles saltar cuando alguien comenta un hecho no demostrado y claramente engañoso? ¿Te callarías si un profesor de universidad afirmara que el Universo gira alrededor de la Tierra en estos días? ¿Pensáis que las leyes deberían penalizar las personas que engañan para vender sus productos?

Imagen: Chaval Brasil