No soy aficionado a buscar curiosidades por Internet, pero el otro día encontré una que me encantó. Se trata de la proteína TTN (titina). Es una proteína extremadamente larga, la componen 34.350 aminoácidos provenientes del gen cuya longitud es 281 kb. Lo que más me gusta de esta proteína es que nos demuestra que la ciencia está conectada íntimamente con otros ámbitos.
En lo que respecta al lenguaje, su nombre en nomenclatura IUPAC es la palabra más larga del inglés y yo diría que de cualquier idioma. Lo componen un total de 189.819 letras. En este documento tenéis el nombre completo. Más que un nombre parece un trabalenguas que se tarda más de 3 horas en leerlo. Y sí, hay alguien que lo ha hecho, no me digáis que no suena hasta poético:

Y, como no podía ser de otra forma, la proteína más larga tiene un nombre heredado de la mitología. Titina proviene de Titán, una divinidad primordial gigantina antecesora de los Dioses del Olimpo. Un nombre con un gran significado para una proteína más que larga. Además, es un componente del músculo estriado. ¿Acaso no os imagináis a los titanes como dioses grandes y musculados? Me encanta, la biología se fija en otras disciplinas para dar nombre a uno de sus elementos.
Es un ejemplo simple y singular, pero es una prueba más de que la ciencia forma parte de un todo, de la sociedad en la que vivimos y no podemos ni debemos hablar de ella como si fuera un elemento independiente. Yo creo que la voy a declarar como mi proteína preferida, aunque siempre en lucha con MUC4. ¿A ti te ha fascinado alguna vez una proteína? ¿La adoptas también?

Imagen de Linneberg.