Ilustración de John Tenniel en “Alicia a través del espejo y lo que Alicia encontró allí” (Lewis Carrol).

 

En los niveles anteriores, he circulado sobre la idea de lo natural en la ciencia. Aunque he propuesto distintas opciones, ninguna de ellas ha presentado un cambio cualitativo sobre el interrogante de nuestra pregunta principal ¿qué es lo natural y lo artificial? Lo artificial siempre ha quedado fuera de lo real. Pero sabemos que lo artificial existe. El propio esquema de la tabla periódica que presentaba en el cuarto nivel, o el del modelo estándar del quinto, son representaciones de la realidad, casi que ensoñaciones, como si fuesen dragones mitológicos, que no existen en sí mismos, pero nos ayudan a entender la realidad que sí existe. Son ficciones construidas por el ser humano, como el propio lenguaje, pero que sin ellas sería imposible comunicarse con la realidad. Pero, ¿es esto todo lo que la ciencia podría decir sobre lo artificial? Yo diría que no. Existe una nueva ciencia que puede (y quiere) integrar el concepto de artificialidad dentro de la propia naturaleza. Una ciencia, diría, más actualizada, más propia de este siglo XXI. Quizá podríamos etiquetarla como una ciencia más valiente, arriesgada, aunque a mí me gusta llamarla simplemente una ciencia más moderna. En realidad esta ciencia que trabaja con la artificialidad podría definrise por el tipo de metáforas con las que trabaja. Metáforas vivas en contra de las ya establecidad y asimiladas, las metáforas muertas, que usamos en la ciencia convencional.

La unión de fuerzas de disciplinas tan amplias como la física del estado sólido, la ciencia de materiales o las nuevas tecnologías cuánticas, reunidas bajo el paraguas de nuevas palabras comodín, como nanotecnología, pierden el respecto a la palabra natural para hablar directamente de meta-físicas, sistemas artificiales o incluso de cuasi-ontologías. Por ejemplo, bajo esta nueva ciencia se trabaja con meta-materiales o átomos artificiales, o se desarrollan todo tipo de nuevas tecnologías basadas en el control y la manipulación de cuasi-partículas.  A partir de este nivel, como hizo Alicia, cruzaremos ese espejo que separa lo real de lo ficticio para revisar en los siguientes niveles qué son los átomos artificiales y las cuasi-partículas, adentrándonos en un mundo de ficciones de segundo orden y metáforas vivas.