El juego que lancé en el primer nivel de esta serie de micro-posts, la relación entre realidad natural que queda afectada por un proceso de ficción o artificial, podemos trasladarlo hacia múltiples escenarios, como por ejemplo el cine. En este caso un espacio incluso físico, construido para la experimentación. La diferencia entre artificial y natural ha sido ampliamente representada en el cine. Como le sucede a la música, el cine es otra ficción. Una ficción que nos afecta, y que se traduce en realidades. Durante todos los niveles de esta serie, el número “3” va a ser importante. No me preguntéis por qué, simplemente creo que tres es más que dos, que quizá resulta un número limitado para representar multitud. Pero tres, a la vez, es mucho menos que esa propia multitud que quiero que signifique. Diablos, incluso los números van a ser ficciones. Ya lo decía Ortega – No hay modo de entender bien al hombre si no se repara en que la Matemática brota de la misma raíz que la poesía, del don imaginativo– En este caso “3” se convierte en títulos de películas: Metropolis (Fritz Lang, 1927), Blade Runner (Ridley Scott, 1982) y  Gattaca (Andrew Niccol, 1997).


Carteles de las tres películas que he seleccionado para hablar de la artificialidad frente a lo natural desde el cine. De izquierda a derecha: Metrópolis (Fritz Lang, 1927), Blade Runner (Ridley Scott, 1982), Gattaca (Andrew Niccol, 1997).


En Metrópolis, un robot adquiría la apariencia de la protagonista principal, María. La copia artificial era indistinguible del original. Pero en esa suplantación algo no funcionaba. El robot resultaba agresivo, frío, sin memoria. Adolecía de falta de alma. La película de 1927 distinguía claramente entre copia y original, artificial y natural. No faltaban muchos años para que la era de la reproducibilidad técnica comenzase a dar sus primeros pasos. Por aquel entonces no eran pocos los que entendían que la copia quedaba desauratizada. Y esa eliminación de los sentimientos subjetivos proporcionaba una ventaja para poder entender el mundo desde la propia razón. Una razón histórica y social. Pero Fritz Lang, bajo el papel de Rotwang, el científico que ideó y construyó el robot artificial desposeído de emociones, nos advertía: quizá suframos otros peligros al olvidarnos de esas emociones subjetivas.

Con la segunda película viajamos a otro futuro imaginado, esta vez con la película Blade Runner estrenada en 1982. El futuro que propone Blade Runner es algo distinto. Como en el caso de Metrópolis, en la película de Scott el ser humano también ha alcanzado la tecnología suficiente para poder desarrollar “robots” como copias humanas, esta vez llamados replicantes. O en su versión más despectiva “porta pieles”. No olvidemos que podemos ser racistas incluso con lo artificial. Pero, al contrario que en Metrópolis, los replicantes han desarrollado emociones. Ya no son sólo herramientas para los humanos, sino que han adquirido conciencia de sí mismos. Hasta tal punto de que no quieren morir. La identidad natural se difumina. Lo que en un principio es un elemento artificial, llega a comportarse de forma natural. Aadquiere alma, sentimientos, reclama derechos y busca su lugar en el mundo. La barrera entre artificial y natural está rota. La copia no aniquila el aura, sino que da nacimiento a otra expresión de lo natural. Las cosas comienzan a complicarse.

Con la película de Andrew Niccol de 1997, Gattaca, el viaje da un vuelco más. En este nuevo hipotético futuro la tecnología de modificación genética ha sido tan extendida que ha separado a las clases sociales. La perfección es posible, y los niños se encargan bajo expedición. A la carta. Los nuevos “robots” biológicos, fruto de la ingeniería genética, controlan la sociedad. La humanidad se autodefine a si misma a través de la expresión genética controlada. Lo que en un principio se podría concebir como artificial, si es que es correcto definirlo así, pasa a ser la nueva naturalidad, hasta el punto de que las personas no modificadas a la carta son consideradas imperfectas. Individuos no preparados para vivir en una nueva sociedad de elites genéticas. Residuos sin capacidad de ejercer una profesión digna.

Metrópolis, Blade Runner y Gattaca son tres películas que plantean, desde la cultura general, posibles respuestas, ideas, peligros o ventajas al tratar la diferencia entre naturaleza y artificialidad. Pero hay muchas más, por supuesto. Y a ti, ¿qué película que trate esa diferencia entre artificial y natural te gusta más?