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Protestantes y católicos, razón e intuición, metódicos y simpáticos, legales y corruptos. No sé, ¿Merkel y Varoufakis? … Podríamos hacer una lista interminable de los topicazos que definen nuestra Europa del norte y nuestra Europa del sur. Una Europa que en realidad son muchas. O sea, muchas más que dos. Pero esa es su gracia, por supuesto: su diversidad y multiplicidad.

Hace menos de una semana acabó el plazo para entregar proyectos a la convocatoria de los contratos individuales del programa Marie Sklodowska Curie. Dicho programa pretende promocionar los currículums y a los equipos más prometedores, para que Europa se enriquezca al máximo de las investigaciones más revolucionarias y rompedoras. Un programa que, cada vez más, premia las incursiones interdisciplinares de sus investigadores, hasta el punto de que el concepto “investigador hibrido” empieza a resonar, cobrar protagonismo, sacar cabeza, …, sí, incluso diría, estar de moda. Y en esas tardes de primera semana de septiembre, con el sonido de las ultimas chicharras del verano resonando, a sorbos de tónicas refrescantes, todos los que andábamos ultimando los retoques de estos proyectos de investigación nos pudimos desintoxicar con otro evento europeo donde se promociona la excelencia, en este caso deportiva: el Eurobasket. El baloncesto español ha roto en mil pedazos muchos de esos topicazos con los que empezaba este post: los españoles, bajitos.

Pero, seguramente, los tópicos, junto a su simpleza también contengan algo de verdad. Verdad transmutable y fluible. Verdad cambiable, ¿no? Al fin y al cabo los españoles éramos bajitos hasta no hace mucho. Hay uno de esos tópicos que me lleva rondando en la cabeza estos días. La cultura católica, la que teme el pecado, una de las culturas del sur de Europa, es propicia a la corrupción, a las trampas. Una cultura que, por ejemplo, puede tener más miedo al error, por el castigo que supone la equivocación, pero que inventa los pasadizos subterráneos que hagan falta para rodear esos pecados o errores. Mientras que la cultura del norte de Europa, una cultura protestante, ilustrada, emancipada, deja más espacio libre a la innovación, al sujeto, al orden racional y equilibrado, donde las trampas no se contemplan, porque bajo el recto camino del orden no hacen ninguna falta. O incluso porque el error no se entiende como una trampa, sino como un proceso natural. Y de esto quería hablar, de trampas. O mejor dicho, de posibles trampas. Cada verdad, probablemente, contiene la trampa de ser verdad a medias.

Mientras daba golpes al teclado de mi ordenador, intentando escribir un proyecto lo suficientemente sugerente, buscaba referencias del campo. Me encontré con una que me impactó notablemente. Un artículo publicado en la sección de noticias de la revista Nature. La noticia me impactó por su interés científico, su valía y las consecuencias que se podían derivar. Resulta que un grupo de investigación holandés podría haber demostrado la violación de las desigualdades de Bell sin usar dos tipos de escapatorias (del inglés loopholes) fundamentales: detección y comunicación. El teorema de Bell propone un test para evaluar si los experimentos siguen una descripción clásica y realista, o si por contra reproducen los postulados de la mecánica cuántica y su descripción intrínsecamente estadística y no local. La investigación del equipo holandés habría dado un paso muy significativo en el avance de uno de los debates más interesantes y profundos de la física del último siglo. Sin embargo, dicha noticia publicada en Nature también me impactó por otro motivo. Ya nos podemos imaginar que hay noticias más políticas, más interesadas y otras más honestas y desinteresadas. Normal. En este caso me sorprendió enormemente que el artículo de la revista Nature hablaba sobre otro artículo que estaba en fase de revisión. O sea, un artículo que aún no ha sido publicado. En realidad esto no puede hacerse físicamente, porque ¿cómo tendría acceso el autor de la noticia a un artículo que no ha sido publicado?, la única forma sería que el grupo holandés le hubiese dado el artículo, pero eso es como decir que existe trato de favor, y si estamos hablando de Nature, es un gran favor. Aunque todos sabemos que estas cosas suceden, incluso en las más ilustradas familias europeas. Sin embargo, la puerta se cierra, porque la noticia hace referencia a un artículo que ha sido colgado en los repositorios de Arxiv. Arxiv es una plataforma de acceso abierto para publicar cualquier artículo de investigación, y los investigadores la usamos para dar visibilidad a trabajos y permitir que se pueda acceder a versiones preliminares de los artículos sin tener que estar dado de alta en las distintas revistas y editoriales privadas. Con esta referencia al artículo de Arxiv toda duda de trampa o trato de favor queda, al menos formalmente, disipada. Sin embargo, dar publicidad a un artículo que aún esta en fase de revisión en una revista de tan alto impacto suena raro. De alguna forma, suena poco limpio. Y Holanda forma parte de ese imperio de lo racional y lo ordenado que es el norte Europeo.

Este, a la vez interesante y sospechoso descubrimiento tuvo lugar la misma semana que España y Alemania se jugaron un partido decisivo en la fase de liguilla del Eurobasket. A pesar de que España no cuenta con varias de sus grandes figuras, como Marc Gasol, Ibaka o Ricky Rubio, todos jugadores NBA, el equipo ha derrotado en cuartos de final a la potente Grecia, equipo que no había perdido ningún partido hasta ese momento. Sin embargo, esta gesta del equipo Español podría haberse truncado fácilmente en varias ocasiones. Uno de esos momentos críticos fue el partido Alemania-España, jugado en Berlín. Aunque España llegó a adelantarse con más de 10 puntos de ventaja, el equipo Alemán remontó la diferencia, hasta que a falta de pocos segundos del fin del partido Alemana se había puesto a escasos 3 puntos de diferencia. Con ese margen de tiempo solo quedaba una última jugada, y la posesión era de Alemania. La estrategia de España era clara: hacer falta personal, que concedía dos tiros libres a Alemania, y recoger la posesión para dejar que los pocos segundos restantes pasasen. Cuando el árbitro cedió el balón a Alemania, los jugadores españoles se dispusieron a cometer la falta sobre Alemania, pero, el arbitró decidió no pitarla. El jugador alemán siguió adelantando hasta llegar a la línea de tres puntos, y, antes de tirar, recibió otra falta por parte de los españoles. Una falta que debería haberse pitado con dos tiros libres, ya que no se había comenzado el tiro. El árbitro esta vez sí que pitó la falta, pero concedió tres tiros libres. Justo la distancia que permitía a Alemania seguir viva en el encuentro. El estadio enloqueció por ver que existía la posibilidad de ganar. Donde antes se había visto al público alemán caracterizados como perfectos protestantes al uso, dignificando el poder de la razón, el esfuerzo y todas aquellas virtudes ilustradas, ahora se veían fervientes católicos arrodillados casi rezando porque su jugador encestase cada uno de esos tres divinos tiros libres. Pero no fue así, falló el último. Quizá ese último fallo fue lo mejor que le podía haber pasado a esa Alemania luterana y reformista. Siguiendo sus postulados, no se merecerían haber ganado de esa forma tan, ¿del sur?

Y es que, en el fondo, ni en el sur somos tan del sur, ni en el norte son tan exquisitos. Ni en la ciencia, ni en el baloncesto, ni en cualquier otra disciplina o contexto. Afortunadamente todos somos influenciables, y existen los puntos de encuentro. Como decía al principio, esa es la gracia. Hace unos dias lo recordaba Iñaki Gabilondo, hablando sobre un tema mucho más delicado e importante, como es la crisis europea por los refugiados. Quizá los refugiados que acuden a Europa nos puedan ayudar a construir esa Europa integradora, innovadora y moderna que estamos intentando edificar a golpe de proyectos, porque quizá sean ellos, por necesidad o supervivencia, los que más crean en ella.