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Es un sambenito más que llevamos colgando los aficionados a casi cualquier deporte en este y otros países. Somos apasionados, fanáticos, exaltados… y en consecuencia se nos tiene que tratar con pasión, fanatismo y exaltación. El manido “carácter latino” determina también nuestro comportamiento como espectadores de un deporte. Nos gusta la polémica, las discusiones entre rivales, las tertulias acaloradas. Somos seguidores acérrimos de un equipo o de un deportista concreto; español si se trata de competiciones internacionales, claro. Y por tanto desdeñamos a los demás, que no hacen sino estorbarles en su camino hacia el triunfo. Sólo nos interesa lo que hacen “los nuestros”.

Pues me va usted a disculpar, señor director general de cualquier televisión de ámbito nacional, pero no soy idiota. Y conozco a muchos aficionados que tampoco lo son. Por si no los ha visto se los describo. Son esos que, aunque se levantan a las 6 de la mañana para ver una retransmisión movidos por su pasión no soportan los gritos de los comentaristas; los que cambian de canal cuando ven tertulianos sacando espumarajos por la boca en supuesta defensa de su equipo, sin darse cuenta de que en realidad lo están dejando en evidencia. Aquellos que entienden que sin competencia no habría competición y disfrutan de un buen espectáculo independientemente de quién participe en él. Los que aprecian los comentarios técnicos, el punto de vista de un experto que aporte algo más que los chillidos de un gañán histérico que se pelea consigo mismo y con el lenguaje para balbucear obviedades que ya están viendo con sus propios ojos. Los que han dejado de ver sus retransmisiones en abierto para descargarse las de alguna cadena extranjera y que ni por asomo piensan pagar por ver su bazofia la próxima temporada, cuando la emitan en plataformas de pago.

Y no me estoy creyendo mejor que nadie. Yo también llegué a algunos deportes a raíz del éxito de algún español. Y como muchos otros he aprendido a apreciar el deporte en sí, independientemente de quién lo protagonice. Así que su estrategia de exaltar de manera absurdamente imparcial a los deportistas españoles para fanatizar a los seguidores, fidelizarlos y arrastrarlos a las plataformas de pago me repugna y resbala a partes iguales. Afortunadamente las retransmisiones de cadenas de otros países son cada día más accesibles. ¿Se ha planteado usted un escenario en que usuarios de todo el mundo busquen sus retransmisiones porque son las mejores? ¿no es ése un modelo de éxito más evidente y sostenible que el de tener unos pocos usuarios que pagan mucho por ver su cadena? ¿qué pasará cuando no haya españoles entre los deportistas destacados?.

Sigo reflexionando, ahora ya sin dirigirme a nadie en concreto. Creo que la educación debe estar presente en todos los ámbitos de la vida, y los deportes pueden ayudar a transmitir valores (esfuerzo, superación, trabajo en equipo, juego limpio, etc.) muy positivos. Pero es que además determinados deportes como el motociclismo, la fórmula 1 o el ciclismo podrían ser una excelente plataforma de divulgación científico-técnica, dando a conocer detalles de los elementos que en ellos se emplean.

Hay excepciones, por supuesto. Pero como tales, son difíciles de encontrar. En el ámbito que mejor conozco, el motociclismo, aprecio mucho los comentarios técnicos y el análisis de resultados de Dennis Noyes (@DennisNoyes). Las columnas de Kevin Cameron y Mat Oxley (@matoxley) son también vetas donde encontrar auténticas joyas docentes y de divulgación. Marc Martín (@marcmartintw) y Rubén Xaus (@rxandmove) se alejan del estilo vociferante de otros, y en Fórmula 1 Cristóbal Rosaleny (@crosaleny) aporta junto a Pedro de la Rosa (@PedrodelaRosa1) los detalles técnicos más significativos.
Parecen bastantes, pero deberían ser muchos más, y en muchos más deportes. Son auténticas plataformas de educación y divulgación que en mi opinión están infrautilizadas. ¿Conoces más ejemplos de este tipo?, ¿te animas a compartirlos con nosotros?