Sin título

Rosetta convaleciente. Imagen: (http://blogs.esa.int/rosetta/2015/04/01/rosetta-status-report-close-flyby-navigation-issues/)

Puede considerarse normal que apenas tuviera repercusión. Repartidos por la superficie terrestre se dan muchos acontecimientos de mayor gravedad: el atentado yihadista en la Universidad de Garissa, la guerra estallando en Yemen, el accidente de los espeleólogos en Marruecos, la evolución del ébola… son sólo unos ejemplos de lo que, lógicamente, capta nuestra atención.

Ajena a todo esto, en otro plano, a 415 millones de kilómetros de las injusticias, egoísmos, enajenaciones, desidias, incompetencias y desdichas humanas Rosetta se esfuerza en llevar a cabo su misión. Recopilar datos, cada vez más precisos, más significativos, todos fascinantemente novedosos de 67P, el cometa que cazó en pleno vuelo hace unos meses y al que no ha dejado de perseguir desde entonces. La trayectoria que están siguiendo los acerca al Sol, lo que hace que la actividad del cometa aumente: se incrementa su temperatura y con ella las emanaciones de gas y polvo desde su superficie.

Para poder caracterizar en profundidad los componentes que constituyen el cometa y el estado en el que están Rosetta hace vuelos próximos a la superficie, para que sus aparatos de medida puedan recoger buenos datos y enviarlos a la Tierra. El más cercano lo realizó a 6 km de la superficie de 67P. El problema es que a esas distancias, su “GPS” (en realidad un navegador que rastrea las estrellas para ubicar la sonda) se confunde, y detecta escombros del cometa, emergiendo de su superficie, como si fueran estrellas. El resultado es que la sonda se desubica, y la antena de comunicación con la Tierra empieza a ir a la deriva, dificultando la recepción y el envío de señales. Cuando Rosetta detecta cierto nivel de inconsistencia entre los datos de ubicación de los distintos sistemas de navegación pasa a “modo seguro”, que se activa siempre que alguno de los parámetros de la sonda se encuentren fuera de su rango normal de operación, como medida de autoprotección. Este modo implica que los equipos de medida también se desconectan.

Entre el domingo y el lunes pasado el equipo en la Tierra trabajó para volver al modo normal, consiguiendo recuperar a Rosetta de su mareo. Ahora está totalmente operativa y aproximándose de nuevo, inasequible al desaliento, a la superficie de 67P para recabar más datos.

Pero por un momento me dio por pensar en ella, en mitad de su desvanecimiento. Tratar de imaginar qué estaría pensando. Algo así como “y esta especie, los humanos, supuestamente inteligentes, que se pasan el tiempo matándose entre ellos o de espaldas los unos a los otros, dejando que muchos mueran por estar en un continente y no en otro, estos que se roban, que se envidian,… ¿son estos quienes me tienen que ayudar?” Y, pese a todo, algunos hombres la ayudaron. Y espero que eso hiciera que Rosetta recobrara la confianza en los humanos, devolviéndonosla de alguna manera, porque pienso que ella es una de las razones para no perder la esperanza en nosotros mismos.