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El crecimiento económico ha sido una preocupación de los economistas desde los tiempos de Adam Smith. En la década de 1950 se demostró que la visión convencional de la economía solo podía dar cuenta del 10% del crecimiento económico de los Estados Unidos. Un economista se refirió a esa diferencia, un 90%, como una medida de nuestra ignorancia. Otro lo denominó cambio tecnológico: de alguna, manera, ese cambio hacía que el capital y el trabajo fueran más productivos.

La caja negra del cambio tecnológico se abrió a partir de 1990. Y, en ese momento, quedó claro que los factores de producción más importantes ya no eran los convencionales -la tierra, el trabajo y el capital-, sino las ideas, la gente y las cosas.

Inmediatamente se adoptaron modelos para descubrir las interacciones entre estos factores y para desarrollar políticas de crecimiento económico basadas en el conocimiento. Fue el caso del modelo lineal de innovación: ciencia básica, investigación y desarrollo, aplicaciones, difusión de las innovaciones… Este modelo ya había recibido muchas críticas, pero ofrece a los responsables de políticas una forma muy simple de cuantificar y evaluar parámetros: porcentaje de gasto dedicado a la I+D, captación de fondos, número de publicaciones y patentes. Pero la paradoja europea, para este modelo, plantea un problema: los países de la Unión Europea son líderes en producción científica, pero esta producción no se traduce en creación innovaciones que generan riqueza.

Un modelo alternativo está basado en la noción de sistemas de innovación. Un sistema de este tipo consta de una serie de elementos o nodos, que son instituciones de los sectores público y privado. Estos nodos llevan a cabo actividades, individuales o conjuntas, que producen, difunden y emplean conocimientos económicamente útiles, conocimientos que pueden ser nuevos o no… Y, de esta manera, se inician, se importan, se modifican y se difunden nuevas tecnologías. Estas redes de innovación están llenas de bucles de retroalimentación y, en ellas, ya no se tan importante la tasa de creación de nuevos conocimientos como el flujo de conocimientos dentro del sistema. Ahora bien, este modelo no es tan útil para los responsables de políticas porque no proporciona un conjunto simple de parámetros para definir el estado del sistema

Quiero hablaros, ahora, de uno de los productos estrella de una compañía que es uno de los ejemplos de éxito empresarial del sector de las nuevas tecnologías de la información y comunicación. Este producto es un iphone, un iphone 5 (sí, ya sé que ha salido el iphone 6).

Paradoja: Apple es una compañía que no ha desarrollado nuevas tecnologías y componentes: Apple es una compañía que ha integrado tecnologías existentes en un producto, diseñándolo para que sea bonito y simple de emplear. Otra paradoja: Apple ha recibido ayudas públicas directas e indirectas durante toda su historia. Ayudas directas durante los primeros estadios de vida de la empresa. Ayudas mediante el acceso a tecnologías que se desarrollaron gracias a programas de investigación de distintas agencias del gobierno federal de los Estados Unidos. Ayudas mediante las políticas desarrolladas para favorecer las empresas americanas.

Apple ha obtenido un éxito extraordinario y unos beneficios sin precedentes que, por cierto, no tributan en los Estados Unidos, gracias a que ha navegado sobre una ola de inversiones masivas del estado en las tecnologías revolucionarías que se encuentran en un iphone o en un ipad. Una red descentralizada de agencias del gobierno federal de los Estados Unidos tuvieron la visión de invertir cantidades enormes de dinero en tecnologías que pensaron que tendrían un gran impacto. Hablamos del Departamento de Energía, de la Fundación Nacional por la Ciencia, del Departamento de Defensa, mediante la Agencia de Investigación de Proyectos Avanzados de Defensa (DARPA)… Y hablamos de tecnologías como microprocesadores, memorias de acceso aleatorio dinámico, discos duros, Internet, baterías de ión litio, pantallas de cristal líquido, procesado digital de señales, tecnologías de redes celulares, GPS, pantallas táctiles, inteligencia artificial con interfase de voz, o sea, SIRI… ¿Alguna contribución de fuera de los Estados Unidos? Sí: el protocolo HTTP y el lenguaje HTML, desarrollados en el CERN…

En un momento en que se reclama la liliputització del estado, el caso que hemos comentado, analizado por la economista Mariana Mazzucato en su libro El Estado Emprendedor (RBA) es un recordatorio de la necesidad de un estado fuerte con espacios de acción libres de injerencias políticas. Y esto nos hace volver a la paradoja europea: ¿cuál ha sido la visión estratégica de la comisión? ¿Cuáles han sido los recursos económicos dedicados? ¿Cuál ha sido el periodo de inversiones? ¿Qué países determinan y controlan la política de investigación de la Unión Europea?

Y, bajando al nivel del Estado Español, tanto por la parte del Gobierno Central como por la de la Generalitat Valenciana, nos podemos preguntar ¿qué recursos se dedican a la investigación? ¿Cuál es la participación privada? ¿Cuál es la visión que existe por la gestión de esos recursos? ¿Realmente invertimos a largo plazo en áreas donde podemos efectivamente innovar con el fin de conducir al crecimiento?