Servée

Dicese de la capacidad para diferenciar entre lo necesario, lo importante y lo prescindible.

Estoy cansado, no, aburrido, no, harto, no, completamente irritado de tanta opresión tolerar. Cruel sinrazón sistémica contra el crear, pesadas cadenas de acero aplastando el pensar, fustas hiperactivas azuzando el sollozar. Pero, ¿ante quién hay que protestar?.

Me declaro, para empezar, profundo ignorante de la historia de la ciencia y su anecdotario argumental.

Partiendo de tan sólida base me propongo, con científica sistemática, al menos, divagar.

Ciencia que produce tecnologías, objetos, política en sí mismos que diría mi Pizpireta amiga, que generan un cambio social, previa fractura y factura. Desde la inocente bombilla la indescriptible inter-net, hasta sólidos avances como una bomba nuclear.

Ciencia tantas y cuántas veces al servicio de esa clase dirigente, de ese Poder por demostrar, de Esos que, al acceder de forma privilegiada al conocimiento, de forma más o menos voluntaria y/o secular son los que tienen que “dictar”.

Ciencia en manos o generadora del poder, el poder de la ciencia, el peso de la jerarquía científica, el argumento de autoridad (teóricamente extinguido, únicamente en el plano teórico, conviene aclarar)… Muchas razones para no pensar.
Esta ciencia que a veces hacemos, de juntar granos de arena, de aplicar método aquí y allá, en un afán a veces, más por describir que por descubrir.

Ciencia que parte de la pregunta pura, desde la más absoluta libertad. Ciencia que en su mejor expresión requiere del dominio de todo el conocimiento desarrollado con anterioridad para conseguir llegar a un estado de nirvana intelectual en el que todo lo que queda atrás es vacío y lo que hay más allá son preguntas por contestar.

Quiero decir tan sólo lo que digo siempre, que la Ciencia es sólo una herramienta, una forma de aproximación a la Verdad. Pero quiero decir esta vez algo más, que la Ciencia en su esencia y su concepto es pura aproximación a la libertad. Sus usos, bondades y maldades son cosas para en otra ocasión comentar.

Hay infinitas formas de enfrentarse al vacío. Cuando uno siente esa pulsión que Kundera llamaba vértigo y describía como el deseo íntimo de saltar (La insoportable levedad del Ser. Milan Kundera. Algún momento de los 80) podemos al menos esperar poblaciones de Lemmings que se precipitan al unísono en un misterio por aclarar y otras tribus de turbios seres que planifican que tipo de acrobacia realizar. Algunos, por supuesto, quedarán en el precipicio con las piernas colgando y la mirada en el volar.

¿Quiénes serían aquí los científicos?. Alguno se apresurará a decir que éstos últimos, con las piernecillas colgando en peripatética inmovilidad, si es que esta contradicción es posible. ¿Yo? apostaría por la existencia de científicos en todas y cada una de las acrobáticas tribus. Porque la ciencia, como alguien me recordaba recientemente, no está únicamente en el método, se define más profundamente desde el puro instinto de búsqueda de la Verdad desde la más absoluta Libertad.

Entonces, y a falta de Autoridades concretas contra las que reclamar (más allá de las habituales), ¿dónde está nuestra libertad?.

Libertad para trabajar desde dónde se quiera, y me refiero a la esfera espacial y temporal.

Libertad para elegir la acrobacia, libertad para juzgar qué es más importante observar.

Libertad sobre todo para decidir cuál es la pregunta a realizar.

Estoy cansado, no, aburrido, no, harto, no, completamente irritado de tanta opresión tolerar. Cruel sinrazón sistémica contra el crear, pesadas cadenas de acero aplastando el pensar, fustas hiperactivas azuzando el sollozar. Pero, ¿ante quién hay que protestar?.

Lo he dicho en ocasiones cargado de ideas y certezas teóricas, otras cargado de pasión, pero hoy lo proclamo desde la absoluta libertad.

Contra nosotros, que con fustas hiperactivas azuzamos nuestro sollozar, nos colocamos cadenas de acero que permiten la sistémica sinrazón contra el crear.
Porque, como decían hace poquito en una hollywoodiense producción, el miedo (qué suele ser el alma oscura que nos amordaza) es un sentimiento que impone al presente algo que no ha ocurrido en el futuro. No cabe en lógica alguna que nosotros, miembros de la Ciencia, acróbatas del vacío, anticipemos en negativo un futuro que debe ser el patio de recreo de nuestras ideas, el lugar donde el inquietante infinito se convierte en un remanso de paz.

Salud!os