Hace poco cumplí 34 años, ¡¡ Jooooder !! Si, y algunos me diréis:- ¿y a quien le importa? – Pues mira, … para empezar a mí. Dicen que es una buena edad. Claro, esto siempre depende de la edad del que te lo dice. Un nene de 20 seguramente soltará un: -Pero que dicesssss, nooooo !!-, y un madurito de 50 dirá algo así como: -Claro¡¡, pero si estas en la flor de la vida !!-. En fin, bobadas. El caso es que un día un poco flojo me traje a mí casa una foto de mi mismo de pequeño. Cosas de la edad, o al menos de esta. Pero más allá de los espejos, las automiradas, y tantos me’ s y mi’ s,  me sorprendí por un instante dando consejos a ese niño de la foto, en plan: – disfruta, juega, diviértete … – Vamos, cosas que te diría tu abuela. Ya sabemos que las abuelas son sabias.

Mira si son sabias que hoy me he encontrado con una película con un mensaje algo similar. Se llama “Un niño y su átomo”. Aparentemente es un conjunto de fotogramas de la película más naif de la historia, adornada con música hard-naif. Aparece un monigote como esos que hacíamos de pequeños en el colegio, con cinco palos y un círculo, más o menos. Al principio hay una brevísima introducción que nos explica que no vamos a ver una película cualquiera. No lo voy a explicar, es más fácil verlo.

Podría intentar hacerme una idea de los desafíos de esta investigación. En el mismo video nos dan una pista: En IBM mueven los átomos de esta forma, uno a uno, para explorar los límites del almacenamiento de datos. O sea, una investigación en resonancia con alguna de las dudas que nos planteaba Jorge en su último y estupendo Post. Continúo con IBM. En su web dicen que el número mínimo de átomos para poder almacenar un bit de información (ya sabeis, un 1 o un 0) son 12 átomos. Me pregunto si la forma de posicionar los átomos, la figura que formas al colocarlos, influirá o no en la capacidad de memorizar la información. La verdad es que no lo sé, aunque podría suponer que sí que debe influir, porque el funcionamiento de estas memorias se basa en los efectos magnéticos de esos átomos, que no es otra cosa que decir de las propiedades de sus espines y la alineación entre ellos. La cuestión es que la capacidad de almacenar datos basandose en estos sistemas se podria multiplicar por 100. Imaginaros un nuevo disco duro que pueda almacenar todo lo que contienen 100 de los actuales. No hace falta seguir especulando. Los mismos cineastas que han hecho la película también han grabado un «cómo se hizo«. Ahí nos explican algunas de las cosas que esconde la película de Adam, que es como se llama el protagonista con forma de monigote.

Vamos vislumbrando que el fondo de esta película no es tan naif como parecía, esconde una investigación de excelencia en tecnología punta. El video se publicita por haber logrado un record Guiness: la película más pequeña jamás hecha. Pequeña no por corta, sino por el tamaño del fotograma, del orden de, así a ojo, 100 x 100 átomos.  El caso es que no somos niños, y nos damos cuenta perfectamente de que es una campaña de publicidad y marketing. Pero, y qué ¿acaso no es publicidad estupenda? La investigación siempre necesita múltiples apoyos: institucionales, políticos, económicos, e incluso el de los ciudadanos. O sea, tu apoyo. ¿No me diréis que no se lo han currado para captar tu atención?

Pero hay una cosa más, quizá la más importante. Y ahora quiero volver a esa abuela que nos da sabios consejos. El tono naif de la peli no creo que sea solo una estrategia publicitaria. Afortunadamente todos crecemos, maduramos y olvidamos el niño que fuimos en muchos de los ámbitos de nuestra vida. Pero hay momentos para, si no sacar el niño que fuimos, si dejar relucir alguna de sus cualidades. ¿Cuáles?, pues por ejemplo reírse a pleno pulmón de forma contagiosa, o, eso que me decía a mi mismo en versión abuela sabia: juega, disfruta, diviértete. Creo que esta película también podría estar diciendo algo parecido. No sé de quien habrá sido la idea de hacer una película con uno de esos monigotes de cinco palos y un circulo jugando a la pelota. Quizá haya sido de un director ejecutivo de marketing, o a lo mejor de un becario friki que en sus horas libres pensó en algo así. Tenemos la libertad de imaginar lo que nos dé la gana, pero el caso es que ha sido una buena idea, y que jugar, disfrutar y divertirse en ciencia, como en todos los ámbitos del conocimiento, genera ideas, tecnología, compromiso, cohesión social, … , y, hoy ¡¡ también películas atómicas !!.

Imagen: Stickman