He fracasado. Llevo varios días buscando una noticia científica, y no la he encontrado. Cuando intento escribir un texto sobre una noticia, la verdad es que no la busco, sino que espero que la noticia me busque a mí. Pero llegaba el día para escribir, y, nada, todo vacío. He mirado por todos los periódicos de tirada nacional. Una noticia sobre la identificación científica de la tumba de Ricardo III casi lo consigue. Me parecía un juego divertido, esa mezcla entre realidad y ficción que se podía uno imaginar al relacionar la obra de Shakespeare con el fugaz real reinado del inglés del siglo XV. Como al jugar con una imagen y su reflexión especular. Como al jugar con un espejo. Pero incluso esta noticia ha caído en la desesperación de ser una sombra de cristal. Todas las noticias han volado dispersadas velozmente como pequeños añicos de un vidrio reventado por un mazo. Corrupción, corrupción y corrupción. No encuentro otra noticia. He fracasado.

En esa oscura noche de los cristales rotos de la Alemania nazi, lo más ruin del ser humano se alzó para destrozar vidas, como si fuesen frágiles cristales de escaparates. Cristales que, antes de ser rotos, querían dejar ver a través de ellos. Que, reflejando luz, creaban imágenes, sugiriendo pensamientos o produciendo ilusiones. Pensamientos y sugerencias aniquiladas por un mundo que ha decidido no querer ver. La noticia única revienta todas las demás actuando como una parecida noche de cristales destruidos. Es el mundo de la desesperanza. Un mundo sin ilusiones.

Siempre me ha fascinado el espejo y la realidad que oculta, ¿o muestra? La literatura infantil es un ejemplo perfecto de esta fascinación que, ahora sí, diría que ilusionante. Alicia atravesó un espejo para encontrarse en el mundo de los adultos, donde las tartas de cumpleaños se repartían antes, y se cortaban después. Un mundo incomprensible. Atreyu se miró en el espejo para enfrentarse a su imagen reflejada. Un otro yo al que nunca esperaría. La reina hechicera, en el cuento de los hermanos Grimm, se preguntaba – Espejito, espejito, ¿Quién es la más bella de todas?- Una Reina hechizada por la visión de sí misma. Paralizada. Espejos que generan imágenes. Imágenes que miran los niños. Imágenes de ese mundo de los adultos. Nuestro mundo. Espejos todos ellos rotos, por el fin de la inocencia de una sociedad que ve como se le roba sin vergüenza.

En ciencia los espejos y la reflexión son elementos y conceptos muy usados. Espejos que apuntan hacia el cielo para mirar a los confines del universo o hacia los asteroides que se acercan a la Tierra peligrosamente. También se usan en grandes torres para concentrar la luz del Sol y soñar con fuentes de energía limpia. España es una potencia mundial en este tipo de tecnología, y países como EEUU y China muestran un gran interés en este tipo de uso de los espejos. Hay espejos que orientan la luz para iluminar poblaciones sumidas en la penumbra, y ofrecer un poquito más de calor en esos meses invernales. La reflexión óptica también se diseña para, precisamente, generar superficies invisibles. Estas tecnologias pueden hacernos soñar como si siguiésemos siendo niños. Con esos ojos, hoy, en el laboratorio, me he pasado unas horas mirado a través de una fibra óptica, en la que la luz ultravioleta de un láser ha creado un espejo en su interior. Un espejo de una sola dimensión. ¿No es fascinante? ¿Qué le pasaran a esos fotones que entran por la fibra al llegar al espejo? ¿Vuelven o siguen adelante? Todo depende de si los fotones tienen más o menos energía. La justa. El equilibrio, el equilibrio, ese sutil elemento tan anhelado en tantas cosas de nuestra vida.

-¿Será todo cuestión de equilibrio?- Se pregunta la Venus de Velázquez mirándonos a través de su espejo. Es esa mirada indirecta, oblicua, la que genera respuestas. Nosotros la miramos, pero ella nos mira a todos, y, aunque el espejo esté pintado, la luz siempre se refleja en él. Una luz que, curiosos, esperamos su vuelta. Venus, si le miras, si te dejas, siempre te devolverá una sonrisa. La sonrisa de la mirada indirecta. Del encontrarse al zigzaguear. Una sonrisa que en términos científicos no existe, pero que si la tientas, siempre te responde. ¿Es el colmo de un espejo, puerta de los sueños, el ser un espejo pintado? Creo que solo puede ser cuestión de azar, ese que aparece sin buscar, que el amor en forma de Cupido se encuentre en la misma escena, sosteniendo, precisamente, ese espejo pintado. Cuestión de azar especular.

¿Os parecería curioso que solo la mirada en reflexión pudiese recomponer lo que una nefasta noticia había roto en mil pedazos? Un espejo que pueda pegar todos esos pedazos con cola infinita, y juntar lo que los cobardes pensaban haber roto. Sí, es verdad que no he encontrado una noticia sobre ciencia. Pero en mi camino, si te fijas, me he tropezado con cinco. Imaginando, creando, tomamos acción. Porque lo que vemos, a veces no es solo lo que es, sino también lo que podemos imaginar. ¿Tenemos plena conciencia de la potencia de la reflexión? Si fuese así no, no habríamos fracasado.

Fotografía: Santos Larramendi/Fotocommunity.es