No sé dónde he leído este “phrasal verb” que repiquetea mi cabeza en esta mañana de enero. Como otras expresiones de origen anglosajón se ha debido colar en mi mente a través de alguna película, alguna serie subtitulada, alguna web o, menos probablemente, alguna campaña publicitaria.

31 de diciembre de 2012. En la radio del coche parlotea el cocinero vasco Javier de Jorge que explica que no le gusta Disney porque hace que los niños humanicen a los animales y eso supone un retroceso para el mundo de la cocina. Sin embargo, sí le gusta Bob Esponja que acerca, dice, a los niños a la cultura del mar y por eso le comen mejor el pescado.

Él vive solo, con una cocina muy grande alrededor de la cual se organiza su casa (y su vida) puesto que es el centro de su actividad (argumenta que no sabe lo que es trabajar, para él todo lo que hace es placer) pero también de su vida social. Cenará merluza en salsa verde. Está muy contento porque ha conseguido adelgazar 50 kilos (pesaba 260) y pronto cumplirá los requisitos para que le reduzcan el estómago en abril. A mi preocupa lo arriesgado de esa intervención, a él le preocupa mucho más lo arriesgado de no llevarla a cabo y afirma que esta deseando que llegue ese día y volver a tomar un pincho de tortilla de patatas. Cheer up.

1 de enero de 2013. El año empieza con un despertador, el que me recuerda que ayer no acabé de decidirme con el post pirata. Me levanto entre el silencio de una mañana de día 1 de enero, con unos durmiendo y otros de resaca, otros pocos trabajando como si no fuese día de trabajo y la mayoría de los que están activos sin poder evitar caer en la tentación de echar la vista atrás y hacer balance de lo que vino y lo que está por venir. A mi esto de hacer balances me produce un poco de dolor de barriga y vacío existencial, la obligación me libera de tamaña carga llevándome a encender el ordenador. Cheer up.

31 de diciembre de 2012. Insisto en ver las últimas noticias del año, esperando encontrar algo que no me hayan contado ya, algo que no sepa o, mejor dicho, algo que no sea una repetición de lo que me cuentan a diario. Se habla de los controles de tráfico para evitar accidentes esta noche, los mensajes de Navidad de Angela Merkel y diferentes presidentes autonómicos, la San Silvestre y el abismo fiscal estadounidense… No, nada nuevo. Entre bloques de noticias y zappings diversos van cayendo anuncios con cuentagotas y ahí si me llega algo de meta-información. Uno, dos, tres… son varios spots, de distintas compañías, de distinto pelaje. Todos traslucen la verdadera crisis de 2012, la que vivimos durante este ya difunto año y la que sufre el año en esta noche de metamorfosis hacia un ente diferente: 2013. En ninguna otra Nochevieja había visto a los que reclaman profesionalmente nuestra atención acudir con cargas emocionales tan profundas a nuestros tics más humanitarios, a la generosidad, a los referentes culturales universales, que, parece ser unicamente este año, están para variar más relacionados con la solidaridad que con el éxito individual. Cheer up.

1 de enero de 2013. 500 palabras más tarde todavía no sé qué es exactamente lo que quiero decir. Me he planteado el primer post pirata del año como una responsabilidad específica y especial, me gustaría sacar de la chistera unas palabras grandilocuentes sobre la ciencia, sobre el hombre y sobre la sociedad pero siento que no es tiempo de palabras.

Cuando miro por la ventana veo un mundo muy parecido al de siempre pero cuando dejo entrar la brisa percibo sensaciones extrañas. Por un lado 2013 huele a miedo, a inmovilidad, a paciente en fase crítica al que hay que administrar sedantes y esperar. Por otro lado, en lo social no puedo evitar ser un optimista patológico y siento que me enfrento a un paciente grave con la seguridad de que se va a recuperar, lo interesante por tanto es ver cuándo y cómo. Y se que esa recuperación no va a estar exenta de dolor, nunca lo está, pero tiendo a fijarme en lo que podemos ganar a través de ella. Cheer up.

31 de diciembre de 2012. Pocas veces como ahora, la empatía obliga, había estado la política entre las preocupaciones de un pescador, la economía entre las preocupaciones de un científico, la honestidad entre las de un político, la generosidad entre las de una persona con pocos recursos o la responsabilidad social entre las de grandes corporaciones. En 2012 tenía la sensación de que el diálogo social era una jaula de grillos, en 2013 debería disminuir el volumen y el número de voces para que este buenismo floreciente no se quede en intenciones vanas durante un tiempo de imposible aplicación y se tome nota de lo que queremos. Que alguien saque el rotulador grueso para recordar durante la próxima bonanza cuales son las prioridades de los ciudadanos, las personas, cuando nuestro objetivo vital pasa a ser cuidar de los nuestros y, por tanto queriendo o sin querer, aportar algo importante a la sociedad. En este campo la ciencia, bien organizada, dirigida y trabajada con entusiasmo y sobre todo Verdad, tiene mucho que decir. Cheer up.

1 de enero de 2013. Es interminable la lista de preguntas que me planteo ante un nuevo año, todavía más larga para 2013. Por un lado están las de siempre, con respuesta asegurada: ¿qué será de mi vida y la de mi familia el 31 de diciembre de 2013?, ¿cuál será la canción del verano?. Luego llegan las del momento: ¿comenzaremos a remontar esta crisis?, ¿cuál será el número de parados que alcanzaremos?, ¿sabremos el 31 de diciembre de 2013 dar mejores respuestas a las dudas existenciales a las que nos ha hecho enfrentarnos 2012? Finalmente las que más me gustan, que son las de siempre y que seguirán siéndolo, porque no aspiro a tener respuesta para ellas, pero que me entretendrán en mis tiempos de cavilaciones: ¿cómo es posible que siendo tan científicos y avanzados celebremos tan pagana y primitivamente un cambio de año, reseteando pensamientos, emociones y tecnologías en función del ciclo lunar?, ¿llegará este año realmente el día en que nos miremos a los ojos, aunque sea a través de un Skype y nos reconozcamos en el otro por y para siempre, dándonos cuenta que el único límite que tiene ahora mismo nuestro universo es nuestra propia energía y nuestra propia piel? Para hoy os recomiendo un Cheer up, mañana… mañana será otro día.

Feliz 2013