Sequro que «crisis» está entre las palabras más pronunciadas y escritas en los últimos cinco años. Y asociadas a este concepto vienen detrás todas esas palabras feas y deprimentes que inundan nuestro día a día. Sin duda para mi la que más daño hace es el «pesimismo». Nos paraliza, nos condiciona y, sobretodo, nos hunde un poco más.

Los que trabajamos en ciencia sabíamos que esta crisis nos vendría con retraso. Y no porque seamos unos priviliegiados, sino porque nuestros presupuestos se aprueban por año y no suele ser muy habitual que nos afecten las crisis puntuales. Y el pesimismo, con ella. Personalmente, la crisis me afecta como a todos, en el bolsillo y en el ánimo. Pero no quiero caer en el pesimismo, pienso que saldremos algún día, aun no sé si mejor o peor, pero seguro que diferentes.

En lo que respecta a la ciencia, todas las semanas leemos noticias y estudios que afirman que es negativo disminuir en su inversión. Que no nos lo podemos permitir. Aún así, las noticias son peores cada día. Hace dos semanas tenía que haberse resuelto la convocatoria de las becas FPI. En este tipo de becas, el investigador solicita un proyecto con una partida correspondiente a la contratación de un licenciado con la finalidad de realizar la tesis doctoral. Son las ayudas más numerosas que concede el Estado para jóvenes investigadores. Pues este año, no se ha resuelto en el plazo previsto en la convocatoria porque el Ministerio de Hacienda se niega a autorizar el gasto. ¿Y qué puede ocurrir ahora? Dos cosas. La primera, que se retrase la resolución a enero del año que viene y el Estado evite pagar hasta 2013 las nóminas. La segunda, la más temida, que se anule la resolución. Si ocurre lo primero, el joven investigador tendrá que estar unos pocos meses más trabajando sin cobrar, en una situación poco deseable y, al fin, llegará el dinero. Si ocurre lo segundo, el joven investigador se quedará sin cobrar y, lo que es peor, teniendo que volver a empezar. Sea cual sea el desenlace, son meses de incertidumbre que no benefician a nadie.

Lo que más duele en todo este tipo de procesos es la falta de sensibilidad por parte de la autoridades. Estos jóvenes que han acabado el grado, han cursado un máster y están preparados para dar lo mejor de sí mismos en esa carrera maratoniana que es la investigación, tienen ante ellos años de duro trabajo, de echar muchas horas al día para que salga los proyectos en los que tienen depositada toda su esperanza. Y el Estado los ignora. Es vergonzoso.

Por eso, no me gustaría que esta gente cayera en el pesimismo. Este tipo de políticas chocan frontalmente con las necesidades de la UE y llegará el día que tendrán que cambiar. Y todos los que no estemos de acuerdo con estas medidas debemos apoyar a los jóvenes investigadores y denunciar su precaria situación. En Internet, educando a las personas de tu entorno, en la calle, en asociaciones, donde creas… ¡Exprésate y di lo que piensas! Actuar es la única forma de quitarnos la losa del pesimismo de encima.

Firmado por un maldito pesimista que ha utilizado cuatro veces la palabra «crisis» y seis veces palabras derivadas de «pesimismo» en un texto de 554 palabras (~2%).