A veces a los bioinformáticos nos pasa una cosa que… Me da reparo contarlo pero necesito compartirlo para saber si estoy loca. Hay momentos en los que sólo te dedicas a programar un pequeño trozo de código, pero los días pasan y no logras acabar de perfilarlo, entonces le das vueltas y más vueltas hasta que entras en trance y de repente te encuentras en una realidad paralela, sí, exactamente, tipo Matrix! Desde que se publicó la secuenciación del genoma humano la simulación colectiva a la que me conecto, aunque son pocos sus diminutos personajes, ha creado gran expectación. Es a través de mi microRNAmatrix que soy capaz de entrar y ver todo lo que hacen los microRNA, unas cadenas de RNA de 22 nucleótidos, dentro de la célula.

Todos hemos oído hablar del código genético y de que el DNA es como un libro escrito con cuatro letras. Ya en este tiempo hemos tenido que aclarar que el DNA basura no tiene nada de prescindible y pronto el RNA atraerá todos los focos de la escena, vaticino que emergerá como un personaje clave para entender nuestra historia.

He pasado por diferentes niveles de profundidad en microRNAmatrix. En un inicio pensaba en un microRNA como un mero esparadrapo que no permite hablar a los genes. Me dijeron que silencian la su expresión bloqueando el paso intermedio que lleva a su traducción a proteína; pues eso, esparadrapos para la boca del gen. A mis amigos los microRNA los suelen llamar los maestros de la regulación y a mí me acabaron de robar el corazón cuando leí que eran pequeñas estrellas en la galaxia genómica.

En microRNAmatrix se suceden historias de amor y violencia extrema, algo así como una película repleta de giros dramáticos. Planteando una gran reducción de la trama presentaré tan sólo a cuatro personajes. El primero es el gen, incrustado en el DNA tiene el poder de albergar información cifrada indestructible, con permiso de las señoras mutaciones. Para que ese mensaje pueda ser efectivo el gen necesita de un actor que haga de mensajero, el llamado mRNA, que portará la información en un segundo código. Éste se traducirá y materializará finalmente en el tercer carácter, la diva proteína, que hará la función final dando el do de pecho. Pero en toda situación hay contratiempos, eso pasa cuando aparece en escena el cuarto protagonista que puede hacer que esa acción se frustre, esta vez encarnado por el microRNA. Tengo debilidad por los chicos malos.

La trama empieza en una situación cotidiana: el gen se transcribe a mensajero y éste a su vez se traduce a proteína. Suena el verso “mi mano en tu cintura, copiando a tu mano en la cintura mía” y es así como el microRNA, cual femme fatal, aparentando amor intenta camelarse al mensajero. Destruir el gen sería demasiado peligroso e irreversible así que parece mejor solución matar o dejar fuera de combate al mensajero que porta la información cifrada. Entre microRNA y mRNA empieza un danza asesina en la que la complementariedad es crucial. Cuando son exactamente complementarios la atracción es letal y el dúplex que forman provoca la destrucción del mensajero; contrariamente, si la pareja no es complementaria del todo, ese mensajero aún puede suplicar clemencia por su vida, aunque no le sirva de mucho. Menos mal que entre los animales la complementariedad no suele ser perfecta porque si no ya se nos hubiera acabado la película. Es en este momento de súplica cuando las mentes más psicópatas podrían crear todo tipo de historias, y siempre acertarían pues se han descrito hasta nueve métodos de acción de los microRNA para inhibir la expresión de proteínas. microRNAmatrix es un vergel de tramas policíacas bañadas en terror psicológico y, todo para mantener la expresión de ciertos genes a raya: a veces porque no es el momento que hablen, otras porque no es el lugar adecuado. El microRNA debe deshacerse del mensajero y toda prueba que pudiera inculparlo. A parte del psicópata que os acabo de presentar el resto de perfiles psicológicos son:

     El secuestrador: nacido en Estocolmo el raptor nato se lleva a los mensajeros a una especie de zulos celulares. Allí a veces los degradan u otras los almacenan para regular la cantidad de mensajero presente en la escena.

     El destripador: obsesionado porqué le llamen Jack. Mediante la decapitación para que no piense, el corte de la lengua para que no hable, o de las piernas para que no corra, es capaz de, finalmente, provocar la desestabilización y posterior degradación del mensajero.

     El vecino aparentemente normal: el del cuarto primera puede dar la falsa impresión de dejar que el mensajero empiece a traducirse pero en realidad la bloquean. Algo así como congelar el mensajero justo cuando va a asociarse con el traductor, llamado ribosoma, para descodificar el mensaje secreto.

     El vecino voyeur: subtipo del anterior que opta por dejar que empiece la traducción hasta que el ribosoma duda en la ejecución de su función provocando la interrupción o terminación prematura de la traducción.

     El exhibicionista: se pasea de incógnito, con sus gafas de sol, y a medida que la proteína se va produciendo él se abre la gabardina para enseñar sus atributos y degradar la proteína de forma instantánea.

     El padrino: no se sabe si italiano o japonés pero suele meterse en todos los fregados. Es capaz de relacionarse con la mafia de la epigenética y generar relaciones a múltiples bandas. De esta manera influye en las marcas epigenéticas o la reorganización de la cromatina para provocar el silenciamiento de los genes o de ellos mismos.

No me podéis negar que los microRNA son adorables. Por favor, decidme que no estoy loca, que a vosotros también os pasa, que también creáis vuestras realidades paralelas para entender vuestra ciencia. ¿Qué mundos ocultos descubrís? ¿Me permitís conectarme a vuestro ScienceMatrix?

 

 

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Imagen: microRNA sexy galaxy de WeAreReallySexy